Cuentos que Alegran el Alma
Madrid - Montreal
Por Hernán Siches
Querida CYN:
Hoy me desperté con dos extrañas sensaciones.
La primera tenía que ver con una sensación de que me había quedado dormido. Efectivamente, me había programado para salir del hotel tipo 10:30 y ya eran las 11:10. Mi vuelo hacia Londres salía a las 14:05.
La segunda, una extraña sensación pre copernicana – ptolomeica. El mundo era chato, falto de profundidad y confuso. Revisé el correo. Nada.
Me fui a bañar y al entrar al baño reparé por primera vez que el espejo del baño había sido reemplazado por un televisor. Inicialmente no me quedó claro si estaban dando Hércules o “Frankenstein”. La duda venía en que en la escena que se reflejaba había un Cíclope o Igor, el ayudante del Dr. Frankenstein. Sobresaltado descubrí que el espejo no había sido reemplazado y que me faltaba un ojo.
En efecto, detrás del espejo me miraba un cíclope con su único ojo corrido hacia la derecha. De lado simétrico izquierdo, algo parecido a un párpado brilloso hacía las veces de parche pirata. Tal la razón de la percepción de falta de espacialidad.
Todavía no entiendo, pero me agarró una especie de conjuntivitis en el ojo derecho, que lo mantiene cerrado. En fin, una preciosura. Entiendo que puede ser debido a que hoy se festeja Halloween y mi cuerpo no quiso desentonar con semejante festejo y decidió disfrazarse de Igor, el ayudante contrahecho de Dr. Frankenstein. El resto del supuesto disfraz lo compone mi aspecto natural.
En fin, intenté limpiar el ojo pero éste se resistía. Si notas muchas faltas de ortografía o tipeo, se deben justamente a esta situación, donde en uno de los ojos tengo astigmatismo y en el otro hipermetropía.
Me bañé, revisé el correo. Nada.
Me vestí, revisé el correo. Nada.
Guardé la netbook y no revisé el correo, porque no podía.
Terminé de guardar las cosas en la valija y, siendo las 11:45 dejé el hotel.
Tomarme el subte y comenzar con las combinaciones arrastrando el equipaje, me parecía una putada por lo que ya había decidido tomar un taxi.
Madrid me lloraba y la p…m….q…l…p… Llovía con ganas. Me fui a desayunar al café Gijón y saliendo del mismo y ya empapado, apareció un taxi.
Los taxis en Madrid tienen un cartel pegado del lado interno del parabrisas, que de un lado dice libre y del opuesto ocupado, Obviamente el único que lo ve es el chofer, quien inexorablemente sigue el procedimiento de darlo vuelta cada vez que sube / baja un pasajero. Evidentemente mi precaria capacidad visual impedía no solo leer el cartel sino verificar su existencia. Al pasar el taxi al través mió y percibir que no había bultos adentro, extendí el brazo y grite taxiiiiii, y paró.
Me subí con cara de ganador y le dije “Al aeropuerto”.
Arrancó y a las dos cuadras empezó a las puteadas. La avenida cortada por una manifestación. Yo pensaba ¡Moyano hdp, me perseguiste hasta acá!.
Giro a la izquierda, hacemos seis cuadras y otra avenida cortada donde la policía nos retuvo por 10 minutos.
Fantástico, lo único que faltaba era perder el avión, por tomar un puto taxi.
Entablo conversación para olvidarme del transcurso del tiempo y largo al aire “Lindo día”.
El fercho responde: Sí, el zervizio meterorologico anunzia que aier y hoy habrá iuvia.-
Típico de gallegos, el servicio meteorológico te da como pronóstico lo que ya pasó.
Continúa el viaje y finalmente llego al aeropuerto de Barajas.
Es increíble la cantidad de posibles terroristas y asesinos seriales que veo.
Trámite Express y a pasar seguridad.
Obviamente suena la alarma y me toquetean todo. Ya está siendo un clásico y mentiría si negara que está empezando a gustarme.
Llego a Migraciones y me coloco en la fila de Todos los Pasaportes, donde hay cuatro españoles 2 mujeres y dos hombres (que resultaron ser familia) esperando y dos ventanillas que atienden ya libres, ocupadas por un y una oficial de migraciones. El oficial de migraciones dice:
“Que pase el siguiente”, y se mandan los 4 a esa ventanilla y comienza lo desopilante.
La otra oficial de Migraciones dice:
“Hombre, que no que alguna venga para acá” y las dos mujeres van con ella.
¿Pasaportes?
¡Que no que los tienen ellos!
¡Que va, que debe darme sus pasaportes!
¡Que no que los tiene el y uste me hizo venir aquí!
En fin, se armó la pelotera sobre quien tenia la culpa y los dejaron pasar a los 4.
Me tocó´el turno a mi y comencé a percibir lo que siente un discapacitado. La oficial de migraciones me miró como si acabara de volver de la guerra después de haber perdido el ojo y faltó poco para que me vinieran a buscar en silla de ruedas.
Tomo el tren, y llego al free shop dispuesto a gastar los últimos euros. Paso por el free shop y algunos de los precios de hace tres semanas habían aumentado un 15 %. Me indigno y decido no comprar nada.
Comienzo a escribir este relato. Chequeo el correo electrónico en el teléfono y nada.
A embarcar. Dado mi manejo fluido del idioma inglés, había pedido que me sacaran el vuelo por Iberia. El vuelo era de Iberia, pero también de American Airlines y British Airways, y ninguno de los cabrones habla una palabra de español.
Llego a Heathrow. Enciendo el teléfono y, sorpresa, el primer mensaje que aparece es el tuyo, y eso me gusta!.
En el transcurso de 10 minutos te envío 7 mensajes. No respondés ninguno. Eso no me gusta. Llamo tres veces por teléfono, y o no atendés o estás usando el teléfono (según el mensaje).
A pasar seguridad. Me saco todo. Reloj, celular, lapicera, monedas, arranco las tachas del Jean, paso el arco y los empomo: No suena. Pero empiezo a extrañar el manoseo.
Es increíble la cantidad de posibles terroristas y asesinos seriales que veo en el aeropuerto. Intento comprar algo, pero todos los precios son en libras y los cabrones no aceptan otra moneda.
Llamo a mi vieja, mientras hago tiempo para volver a intentar con vos, y me cuenta una historia siniestra durante 10 minutos que termina haciéndome calentar. Finaliza su cuento con la siguiente observación:
“no te olvides de tomar la pastilla contra la presión”. La p... m… q… l… p…
(Nota del Autor *1: En este momento estoy al través de Reykjavik.)
A embarque, subo al avión y me encuentro con uno de los conferencistas de OACI, al cual confundo el apellido. El, inglés, intenta explicarme, pero yo no tengo ganas de forzar la neurona. Sonrisa y un “Si yu laiter”, que en mi barrio se traduciría como:
“No me rompas mas las bolas”
Embarque.
Sigo dando lástima. Le entrego mi pasaporte que dice que me llamo Hernan Siches y el Boarding Pass que casualmente también dice que me llamo Hernán Siches.
El empleado lee los dos papeles, me mira y me pregunta ¿Errrnan Sishes?
Respondo que si con una sonrisa, luego de haber sentido la fuerte tentación de decirle que no.
Subo al avión. Ventanilla como siempre. Aparece mi compañero. No logro pescar la nacionalidad pero tiene pinta de Nerd y debe ser pariente de Hans. Poca comunicación. Estamos en una fila de 3 asientos y el en el del pasillo. No habrá disputa por el posabrazos.
Despegamos. Ya es de noche al momento de elevarnos. Al ganar altura y enfilar hacia el oeste, la noche se transforma en crepúsculo vespertino. Un fuego que lentamente se va agotando a lo largo de cuatro horas.
Miro por la ventanilla. Qué fuerte brilla la estrella polar. Con razón los antiguos navegantes del norte de Europa, bautizaron una de las bandas de sus barcos con el nombre de Star Board, lo que devino en estribor para los galaicos como nosotros.
Viene la cena.
Pido vino blanco. Me dan una botella de ARGENTO. Sí vino blanco argentino, ¡Aguanten los Andes!
Esta vez el dilema se centra en:
¿Chicken or BIF?
¡Que momento!
¡Toda mi vida pasa en ese instante por mi mente!.
¿Y si me equivoco con la decisión a tomar?
Me enfoco en el Chicken y respondo “BIF”
Comienzo a comer. La ensalada horrible, la dejo.
El BIF, aunque hirviendo, EXCELENTE. Los cagué. Elegí lo mejor.
La estrella polar sigue brillando intensamente.
Esta vez vine preparado para el problema de las manchas. Me puse la misma ropa que para el viaje Buenos Aires – Madrid, a efectos de ocultar manchas con más manchas. De esa manera, mi ropa de viaje terminará siendo como esos sombreros donde el dueño va agregando los escudos de los países por donde fue pasando, sólo que en este caso, yo voy agregando las manchas representativas de la comida que me fueron sirviendo, configurando de esta manera, un muestrario culinario internacional y multicolor, no teniendo que recurrir a la memoria para recordar que gusto tenía lo que comí en cada avión.
Pido café y le pongo un líquido que viene en un sobre con el nombre ORGASMIC Milk. Me lo tomo y mis pies empiezan a sufrir una erección. Ya no caben dentro de los zapatos.
Lo miro al Nerd. No me mira. Le hago código Morse con la luz del techo. No acusa recibo.
Me voy a dormir un rato.
Ya dormí un rato, eso si, apurado porque tenía que despertarme para seguir escribiendo. No se porqué, pero esta frase parece haberme sido inducida por un alma gemela.
La erección de los pies es formidable. El cuero de los zapatos que los recubren está estirado, brilloso, tenso. En cualquier momento ocurre el desenlace. Que fuerte era la leche.
Pasan ofreciendo un refrigerio.
-“¿Chi or kofi?
En ese momento siento que el ojo derecho me está matando y es hora que haga algo por él.
-“Chi” respondo.
Me alcanzan un vaso con el líquido oscuro y, cuando no me ve nadie, mojo la servilleta en el líquido y delicadamente comienzo a limpiarme el ojo.
En eso la azafata retrocede y me pregunta:
-“Ser, iu told me chi or kofi
-CHI
-“Esquiusmi , ai geiv iu Kofi!
Cagamos, me limpié el ojo con café.
Mostrando la sonrisa de la mona lisa, le respondo:
Its okei.
Falta menos de una hora para aterrizar cuando el avión gira y junto con él, la estrella polar. Algo anda mal. Caigo en la cuenta que estoy situado en el asiento 20 A. Eso significa que en un avión que se desplaza de este a oeste, estoy sentado en el lado izquierdo, mirando por la ventanilla hacia … el SUR.
¿Entonces?
No es la estrella Polar, es la luz del extremo del ala.
Aterrizo en Montreal. Cae agua nieve como la gran siete. Temperatura de 2° C. Completo el formulario de migraciones, paso el puesto donde me indican que por mi condición (no se si lisiado o poseedor de pasaporte oficial) debí haberme dirigido al sector de cuerpo diplomático. Le respondo en mi ingles que tengo pasaporte oficial no diplomático, a lo que me responde “No importa”.
¿quién entiende a esta gente?
A buscar la valija.
¿Porqué será que mi valija siempre es la última?
Aparece, salgo al sector público y ahí está Roberto, el cónsul, esperándome.
Vamos al hotel, dejo las cosas y a tomar algo y conversar, forma que tenemos todos de tirar de la lengua.
FIN
*1 ¡¡¡De quién más podría ser!!!.
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Propietario: Hernán Siches, Número de Registro DNDA: En Trámite, Fecha de Publicación: 16/05/2013.
Domicilio Legal: Dr. Juan Jose PASO 56, 6 A, Martínez, Provincia de Buenos Aires, República Argentina.